El error de cálculo de los arquitectos

Trasfondo de las Sanciones de la Casa Blanca contra Venezuela
 

Por Mark Weisbrot

Traducción de Enrique Prudencio para Zonaizquierda.org

 

Desde que el gobierno de Obama decidió la semana pasada imponer nuevas sanciones a Venezuela, muchos se preguntan qué es lo que ha impulsado al Presidente Obama a tomar tal decisión. Algunos están sorprendidos por la aparente incongruencia entre este movimiento y la decisión de la Casa Blanca de comenzar el proceso de normalización de las relaciones con Cuba. Otros se preguntan por qué el gobierno haría algo que tan evidentemente perjudica a la oposición de Venezuela, al menos a corto plazo. El principal grupo de oposición, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), emitió una declaración en contra de estas sanciones: "Venezuela no es una amenaza para nadie", dijo en respuesta a la afirmación absurda de la Casa Blanca de que Venezuela representa una "amenaza extraordinaria" para la seguridad nacional. Y luego está el problema del aislamiento de Washington en el hemisferio, que ha aumentado, indudablemente, con este último movimiento.

La contradicción entre las sanciones a Venezuela y la apertura a Cuba es probablemente más aparente que real. Una mayoría del establishment que controla la política exterior de Estados Unidos quería normalizar las relaciones con Cuba, desde la década de 1990. No hay dinero de por medio, y la mayoría de los interesados en el cambio del gobierno cubano parece creer
acertadamente o no que será más fácil hacerlo si la isla se abre a las relaciones comerciales con EE.UU. Así que el comienzo de la normalización de las relaciones con Cuba es coherente en general con la estrategia más amplia de la ayuda a la oposición de Venezuela y otros gobiernos de izquierda que han sido elegidos y reelegidos desde 1998.

Es coherente si se contempla la apertura hacia a Cuba como el comienzo de un cambio en la estrategia global de Estados Unidos para la región, que trata de conciliar el enorme cambio político hemisférico que ha tenido lugar siglo XXI, a la que a veces nos referimos como "segunda independencia de América" (esta vez de Estados Unidos). El presidente Rafael Correa, de Ecuador expresa sucintamente el disgusto de los gobiernos regionales con las últimas sanciones, diciendo que "nos recuerda las horas más oscuras de nuestra América, cuando fuimos víctimas de las invasiones y las dictaduras impuestas por los imperialistas." Y a continuación se pregunta: "¿No pueden entender que América Latina ha cambiado?" La respuesta a esta pregunta es no. Washington sigue estando en cierto modo fuera del equivalente hemisférico. Como antes de que Nixon viajara a China en 1972. A la vuelta dijo que no se trataba solo de comenzar un proceso de apertura de relaciones diplomáticas y comerciales con el gigante asiático, sino también de entrar en contacto directo con la nueva realidad de que "China comunista" era un país independiente que estaba ahí para quedarse.

A pesar del avance de la normalización de relaciones con Cuba, la Casa Blanca continúa con la financiación de programas de "promoción de la democracia" en el país, al igual que con muchos otros en la región.

La explicación de lo que espera la Casa Blanca para poner fin a estas sanciones es menos evidente. Durante la presidencia de Obama, ha habido una cierta lucha sobre la política hacia América Latina entre los diferentes instancias ejecutivas del gobierno. Como, por ejemplo, cuando el presidente Obama quería reanudar las relaciones diplomáticas, con intercambio de embajadores con Venezuela en 2010 y el intento fue saboteado por los lobbys derechistas del Congreso y, probablemente, de los aliados de estos en el Departamento de Estado. El verano pasado, el gobierno dio un paso más para mejorar las relaciones diplomáticas con Venezuela mediante el envío de un encargado de negocios a la embajada de Venezuela
un puesto por debajo del embajador. Esto, también, fue recibido con la resistencia y los intentos de la derecha, que quería hacer saltar por los aires todas las relaciones con Venezuela, con el fin de cortar el avance natural hacia las relaciones diplomáticas plenas.

Las últimas sanciones, deben considerarse a la luz de esta situación. Representan la victoria de una facción política que quiere impedir la normalización de las relaciones diplomáticas con la República Bolivariana de Venezuela. La voz pública de esta facción que se oye más fuerte procede de la extrema derecha del Congreso
legisladores como Marco Rubio en el Senado o Ed Royce en el Congreso tienen importantes aliados dentro de la administración, incluso en el Departamento de Estado y el Pentágono. El apoyo de Washington al golpe militar de 2009 en Honduras fue tal vez el más importante de los muchos ejemplos que podrían ponerse; no fue el resultado de la presión de la derecha del Congreso, sino que salió de lo más profundo de la administración Obama.

Estas personas están jugando un juego de largo alcance, y parecen estar dispuestas a sacrificar parte del capital político (tanto en Caracas como Washington) con el fin de tratar de deslegitimar al gobierno de Venezuela. Al igual que gran parte de la oposición en Venezuela, no están comprometidos con una vía electoral para alcanzar el poder. Aunque Venezuela se enfrenta a problemas económicos en este momento, nadie sabe cuándo podrían volver a rebotar los precios del petróleo, o cuándo podría solucionar el gobierno sus problemas económicos más importantes. Incluso si la oposición ganara la mayoría en las elecciones a la Asamblea Nacional, no alcanzarían el control del gobierno nacional, lo mismo que ocurre con el control actual de los republicanos en el Congreso de Estados Unidos. Así que la línea dura quiere atacar ahora, con la esperanza de que esto hará avanzar su estrategia de "cambio de régimen", es decir de golpe de Estado.

Los gobiernos latinoamericanos conocen esta estrategia (muchos lo han experimentado en sus países) y la ven como una amenaza a la democracia en todo el hemisferio; de ahí, su respuesta rápida y su feroz oposición a las sanciones. Al igual que los republicanos que se creían muy ingeniosos con su invitación al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, para hacer frente al Congreso de Estados Unidos, o su carta senatorial al gobierno de Irán, los arquitectos de esta nueva política de sanciones pronto se encontrarán con que han calculado mal.

 

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Mark Weisbrot es co-director del Centro para la Investigación Económica y Política, en Washington, DC y presidente de Just Foreign Policy.

 

Fuente: http://www.counterpunch.org/2015/03/20/behind-the-white-houses-sanctions-against-venezuela/
 

  

 

 

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