La monarquía y la madre que la palió
Texto e ilustraciones de O
COLIS para Zonaizquierda.org
Una
amiga venezolana, Ana Espadaña, me envía una fotografía que hizo en
Madrid la noche anterior a la entronación de Felipe VI, con el siguiente
pie de foto: Las Cortes con faldón del siglo XVIII. Y le contesto
agradeciendo el envío, con el siguiente comentario:
Faldón sería todo aquello que remata por abajo una pieza mayor, incluso
figuradamente (también se puede decir faldón como lugar coloquial de
algo metafóricamente bajo y ondulante). En periodismo se llama faldón a
la porción más baja de la hoja que, generalmente, ocupa algún anuncio
publicitario. Esto que fotografiaste anoche, Ana, sería un dosel
(techado de tela, madera, cartón, cañas, etc., que cumple una función
enmarcadora de un espacio físico), pero que en este caso sería más
adecuado llamarlo palio, puesto que la función que se le asigna es
regia, para cumplir una función jerárquica protocolaria y muy
significativa en una fecha que será recordada históricamente como
efeméride, y como una de las muchas partes ornamentales, objetos y
sujetos, que se implementaron para el acto que justifica su instalación.
En algunas hablas se llama palio a los patios con gallinas; en otras
llaman palio al badajo; o a la chorra alambrada; o al culo de los
enemigos, los lacanianos llaman palio (dais) a la acción inconsciente
-para atemperar la duda- de meterse el dedo en la nariz cuando se duda
de si ir o venir (si sacan moco lo denominan palio resuelto -dais
délibéré-); por eso, todos ellos -y otros más que también readaptan
palabras del sufrido castellano para su habla cotidiana- se mosquean
cuando los castellano parlantes vulgares llamamos palio al palio. Aún
así la RAE acepta muy pacientemente todos estas acepciones singulares de
palio (347 acepciones, exactamente). No es de extrañar, la RAE acepta lo
que haga falta, por ejemplo, acepta a Arturo Pérez Reverte como
académico ocupante del sillón T, a pesar de haber sido condenado por
plagio, lo que para un escritor y una Academia debiera ser razón
suficiente para que desocupara el sillón y para desplumarle ante la
opinión pública -así lo ha hecho ya la justicia, inapelablemente- como a
la corneja de Esopo, despojarle de las plumas ajenas con las que se
adornó para reinar. Pero siendo la RAE “real” considera que puede ser
todo lo “irreal” que quiera. Como lo es esta monarquía española que se
palió pseudofederal, pseudodemocrática y asimétrica.
Pero a pesar de lo que he contestado a mi amiga fotógrafa, creo que
también se podría entender y denominar faldón al palio, a ese palio en
concreto, puesto que de la jerga lacanesa se podría inferir que, al ser
Las Cortes femeninas, y siendo que se entrona a un varón regio por el
hecho de ser varón y no hembra, siguiendo una de las leyes del conjunto
de Leyes Sálicas merovingias (de no ser por ella le hubiese tocado ser
reina a la infanta Elena y príncipe de Asturias, de Girona y de Viana a
su hijo Froilán Marichalar*), las democráticas Cortes se levantan el
faldón sobre el coño de la puerta del edificio para expresar
conscientemente su repulsa a la sanción machista patrialcalista que no
acepta en este caso la moyorazguía femenina. En el habla lacanés
feminista rigorista también podría entenderse que Las Cortes se levantan
el faldón, además de para lo expuesto más arriba, para expresar la
pulsión de parir una fecha histórica, o para cagarla. Y podría
resignificarse aún más, puesto que según la dialéctica marxista
zorrocotroca, con el acto de levantarse el faldón, las Cortes Españolas
expresarían su auténtica conciencia de clase.
Agradeciéndole de nuevo a mi amiga Ana el envío de esa fotografía y de
otras que adjunta, me despido acabando ahí mi comentario, y enseguida me
contesta muy divertida, es buena amiga. Y se ríe con mis lacanianismos
salvajes de salón.
Y,
ya puestos, viendo después otras fotografías publicadas del evento, me
llama mucho la atención la fantástica foto sorprendida de Eloy Alonso
(para REUTERS) a Froilán Marichalar Borbón (hay otras fotografías,
muchas, pero yo he visto y me he fijado para dibujar en esta fotografía
en concreto), en la que se le ve a Froilán hablando por el móvil,
derrumbado sobre el cristal de una las ventanas de las habitaciones
regias junto al balcón del saludo de su tío Felipe en el Palacio Real, a
la manera del Hola. No sé si es porque el sol le daba en plena cara,
pero parece que está llorando o, al menos lamentando shakespearianamente
rabioso la pérdida evidente, y sin arreglo por las buenas, de lo que
podría ser suyo.
Esta fotografía dará mucho más que hablar, porque las imágenes producen
millones de palabras (al contrario de lo que dice el refranero de la
FAES) y de las palabras se siguen las frases y las conversaciones. Y de
ahí las opiniones y las preguntas.
Gracias pues a Froilán por su dais délibéré**, aunque le sea impuesto
por ley y muy a su pesar, y también por dar que hablar, y a la madre que
no lo palió, pues al descorrer las cortinas de la pena de su hijo,
levantando metafóricamente el faldón de la monarquía, nos hará debatir,
que falta nos hace ir encontrando preguntas... Porque las respuestas ya
las tenemos.
Y gracias también a Ana Espadaña y a Eloy Alonso.
_________________
*
Por ello, de los Austrias y los Borbones que les siguieron, hubiésemos
pasado cuando le tocara, tras la muerte o abdicación de la reina Elena
de Borbón, a la dinastía de los Marichalares: a Froilán I de Marichalar.
** Podría ser que a pesar de las indagaciones filológicas para los
significantes y los significados, los lacanianos no hayan acuñado nunca
el término dais délibéré y esto sea sólo una interpretación salvaje de
algún irreverente heterodoxo.