PLURALIDAD Y DEMOCRACIA

Por Darío Ruiz Gómez*, fotografía de Zonaizquierda.org

En estos días en que la ciudad parecía momentáneamente abandonada por sus habitantes que se lanzaron por vía aérea, por las carreteras, a pasar sus vacaciones en sus lugares preferidos, viajando, descubriendo de nuevo una geografía maravillosa en su tipología humana, las calles carecían de atascos, de ese frenesí delirante que durante meses pareció convertirnos en salvajes y era posible ver de nuevo el perfil desaparecido de las calles de los barrios, la serena compañía de los árboles, constatando igualmente el desamparo del peatón y el hecho de que una ciudad sin aceras carece de futuro. Se habla lírica e irresponsablemente de la bicicleta como solución al intenso y grave problema de movilidad, careciendo de la estructura necesaria para que la bicicleta sea en verdad una opción.

No hay placer más grande que caminar una ciudad, que poder adentrarse en sus vericuetos maravillándose de los sitios inesperados que aparecen a nuestro paso. El diseño urbano despliega aquí su capacidad de espacializar una esquina, de visualizar una volumetría, de incorporar los territorios destruyendo murallas divisorias. La burocracia, es decir los burócratas oficiales, son autistas generalmente, están desconectados de la realidad ciudadana cuando una ciudad, hablo del caso de Medellín, está sometida a una dinámica permanente de cambio en su economía, en las etnias y grupos sociales que la van conformando cada día con nuevos protagonistas sociales. Y esto suena ya a lugar común, pero es que la lectura de la ciudad no se está haciendo desde estos intangibles que han terminado por dejar la vieja nomenclatura completamente desueta, desterritorializada, fractalizada, convertida en archipiélago carcelario, bajo un choque de intereses que debe armonizarse, tal como Soja lo describe.

Medellín es hoy un contenido de intensa vida plural carece de una forma urbana representativa de estos contenidos de vida. Medellín carece hoy de una estructura espacial necesaria para recibir a los miles de turistas nacionales y extranjeros que carecen de la posibilidad de desplazarse con seguridad por las grandes aceras que no existen, que conectarían los lugares y espacios tradicionales con la presencia de vida de las barriadas manipuladas ideológicamente por el populismo, la injusticia de la segregación. ¿Se imaginan el barrio la Boca de Buenos Aires con una frontera invisible? Las nuevas comunidades afrodescendientes, las gentes de Urabá, las gentes venidas de las poblaciones, las nuevas generaciones de las llamadas clases tradicionales conforman hoy un conglomerado que con su pluralidad de usos del espacio, músicas representativas, danzas, -tal como lo he venido señalando- han roto el concepto de hegemonía social y de gobernabilidad ya que hablamos de actores con un mismo rango de representatividad ¿No es el momento de admitir, para no crear conflictos, la presencia de esa dinámica democrática que ha permitido que en Estados Unidos existan hoy alcaldes, gobernadores, senadores de origen africano, latino, asiático? Una gobernabilidad que los reconozca como ciudadanos activos y no como “objetos de estudio” abandonados en guetos en poder de los violentos, sin derecho a voz. Este ha sido el peligroso desfase social causado por el hecho de enfocar los planes de Desarrollo, los POT, bajo una óptica meramente economicista, tecnológica, que desconoce el hecho de que una ciudad es ante todo esta compleja pluralidad de formas culturales, de nuevas costumbres tal como lo vemos en las calles, en las expresiones cívicas. Referirse a un nuevo Medellín es reconocer esta diversidad. En “Brooklyn” la hermosa película de Jhon Crowley sobre la novela de Colm Cóibín, la emigrante irlandesa pregunta en el barco a la protagonista si Brooklyn es en verdad parecido al hogar y ésta le responde que así es. Convertir la ciudad en el hogar de todos debe ser la meta de un gobierno para los ciudadanos.

10 de enero de 2016

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*Darío Ruiz Gómez, es escritor, ensayista, periodista, teórico del arte y el urbanismo, crítico literario y poeta colombiano. Se ha desempeñado además como profesor universitario y columnista. Su obra enlaza profundamente con la memoria colectiva de las últimas décadas de su país, particularmente dramáticas.

  

 

 

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